El 18 de mayo, las monjas Comendadoras recuerdan al Beato Gerardo Mecatti que nació en Villamagna, cerca de Florencia, en 1174.
Llegó a Palestina donde se convirtió en un fraile sirviente de la Orden de San Juan de Jerusalén.
Despues de su regreso en Italia, vivió como un ermitaño en la penitencia y la oración a imitación de San Francisco de Asís,
Cuando cayó enfermo, unas monjas lo cuidaron. Una noche de enero, cuando la hermana le preguntó si quería algo, él respondió con una sonrisa: “Sí, me gustaría comer unas cerezas”. Ella pensó que estaba delirando. Él insistió, sin embargo, y ella salió, en parte convencida de que encontraría cerezas. Allí, en un pequeño recinto, vio un cerezo lleno de frutos muy rojos y muy maduros “tan finos y frescos como en junio”. Es por ello que se representa a Gerardo Mecatti vestido de gris pero con la cruz de San Juan en el pecho y con una rama cargada de cerezas rojas.
Murió alrededor de 1245. Su cuerpo se encuentra en Villamagna, donde su memoria se celebra todos los años. Todavía en el siglo XVII, su cuerpo estaba bien conservado y emitía una fragancia agradable.